domingo, 25 de abril de 2010

Huir

¿Has sentido alguna vez la vertiginosa sensación de querer huir lo más rápido posible de algún lugar? ¿Has experimentado esa sensación de ataduras que te obligan a quedarte en determinado sitio cuando lo único que tú quieres es salir corriendo lejos de allí?

Bueno, para el que la sintió y para el que no. Hace unos meses ya que tengo esa sensación. Hay algo que me mantiene donde estoy, como estoy y con quienes estoy, no sé si yo misma me retengo acá o hay algo más profundo e inevitable que lo hace. El caso es que siento que me ahogo, que me falta la respiración (no, no estoy muerta ni nada por el estilo).

A menudo me imagino que voy hacia otro lugar, un lugar donde hay mucha gente, donde todos se preocupan por hacer lo que tienen que hacer y dejan vivir a cada uno de la manera que mejor le parezca. ¿Será que me gusta la soledad?

Hay días en que solo pienso en HUIR. Huir, esa palabra me trae como eco "cobarde". ¿Soy cobarde porque quiero con todas mis fuerzas huir o salir corriendo (como prefieran llamarlo) y alejarme de todo.

Solo correr, correr sin mirar atrás (a peligro de que los resquicios de las ganas de quedarme ataquen), seguir y llegar hasta donde pueda, lo más alejado que pueda.

Pero, NO. A la vez siento que traicionaría de alguna manera a mi familia, dejarlos así sin ninguna explicación. Desaparecer del mapa y que luego de diez años o menos (porque probablemente me encuentren mucho más rápido difundiendo mi imagen por el facebook), nos encontremos otra vez.

Para ese entonces yo tendría una historia diferente, un mundo aparte, "una vida hecha".


Cuando estoy sentada en el bus, cuando camino por la calle o en el lugar que esté, suelo observar a la gente preguntádome que historia tendrán detrás de ellos, si son felices, si están sufriendo y lo disimulan con una sonrisa hipócrita, si son queridos, odiados... Hay tantas historias y recuerdos que cada persona tiene que no alcanzarían hojas ni memorias para recordar todas.

¿Será que este ansioso deseo de huir es sólo una parte de mi historia?

martes, 6 de abril de 2010

Los hombres y el fútbol

En serio, ¿qué hay con el fútbol y los hombres?

Siempre que el equipo de fútbol Universitario de deportes está jugando algún partido, mi querido vecino, el Sr. Ni idea de como se llama, se siente exaltado, emocionado, entusiasta, apasionado y en shock diría yo... que tiene la magnífica cualidad de comentar los partidos a un volúmen de voz lo suficientemente alto como para que se escuche a 5 casas a la redonda.

Cada vez que escucho ¡Oyee! ¡Daleee! ¡Idiotaaa! ¡Métele flaco, carajoo! Automáticamente sé que el equipo antes mecionado está haciendo su gracia en vaya a saber mi vecino que estadio y qué ciudad. No me malinterpreten por favor, no tengo preferencia por ningún equipo de fútbol en particular, es más, siempre que alguien me pregunta de qué equipo soy, respondo inocentemente: del que gane.

Es un arreglo muy cómodo a decir verdad, prefiero mantenerme a raya de las preferencias futbolísticas, evitar el "ah, gallinas" o "ah, los monos" o cualquier otro animal que deseen usar como el nickname del equipo.

Sin embargo, es algo muy interesante ver cómo, perdón, mejor dicho escuchar cómo es que el hombre que vive a lado de mi casa se desgañita gritándole a una pantalla órdenes que, estoy segura, ni él mismo haría caso de estar en los pies de los futbolistas.

Acabo de darme cuenta del efecto de la prensa sensacionalista en mi cerebro, siempre que pienso futbolista, automáticamente lo relaciono con algún escándalo que tenga que ver con mujeres voluptuosas, peliteñidas, que probablemente han salido alguna vez semidesnudas en la televisión y que a lo mejor todavía no han oído de la autoestima. Sé que estoy cometiendo un grave error al generalizar de esta manera, me reinvindicaré ya no leyendo los titulares de la prensa sensacionalista, a ver si de una vez se me quitan las coloridas frases de la mente.

¡Gool! ¡No, carajo, no! (seguido de golpes de una silla contra el piso)

Me imagino a mi vecino con la cabeza gacha y el brazo caído sosteniendo el control... Ya todo está consumado, no hay absolutamente nada que mi antes exaltado vecino pueda hacer. El trascendental partido acaba de finalizar, el marcador no se dignó a cambiar, 0 - 0 fue el rotundo y "tsunamesco" (ahora que están de moda los terremotos) resultado.
Todo está en silencio, la adrenalina que antes provocaba los gritos, insultos y probables golpes a una inocente silla se deshace en el aire, dejando destrozado el espíritu y la moral (Sí, esa misma moral que los vendedores en el bus, nos piden que les levantemos) de mi vecino, antes esperanzado en dar el grito de victoria cuando su amado-odiado equipo ganara el partido de fútbol.

Me pregunto en qué pensará ahora... "Debí jugar yo csm, así hubiesemos ganado" (claro, ya se autoincluye en el equipo), " Huevones, les falta garra, no saben jugar, el fútbol ya no es lo que era antes..." (y empieza a mencionar jugadores antiguos, mejores a su criterio), "Estos no saben jugar nada, mejor ya ni veo" (fatalismo que le dura hasta el otro partido), "Será para la próxima, cuando X no esté lesionado y estén completos, con más ganas" (el justificador optimista)

¿Es cómo una peste que ataca a todos los hombres? ¿Una rara y altamente contagiosa enfermedad (a lo resident evil) que cae sobre todos? La mayoría de hombres que conozco, y hablo de un 95%, la tiene y no solo la tienen sino que además la riegan. Prueba fehaciente de este hecho es mi vecino, ya que hace unos minutos escuché una joven voz también estusiasta por el partido, es como una enfermedad hereditaria o mejor dicho, una sagrada tradición que pasa de padres a hijos a lo entrenamiento ninja. La joven voz, es decir, mi vecinito, tendrá alrededor de unos seis años por lo que pude escuchar y por supuesto, ya sus oídos saben muy bien qué es lo que se dice en los partidos de fútbol. Regla N°1: Cualquier frase pronunciada, va acompañada de un insulto. No se sabe si contra el jugador, el árbitro, la pantalla, la pelota, uno mismo, la mosca que pasa, el caso es que se insulta.

Aunque también he de decir que cuándo un equipo gana el partido que debe ganar (y no cuando ya está eliminado) la alegría es inmensa, el tan glorioso y esperado ¡Goooooooooooool! sale del pecho de los fanáticos como el ¡Eureka! de Arquímedes, que por supuesto, también he escuchado gracias a la cortesía de mi vecino.

Por mi parte, aplaudo, ya que de todas maneras, meta el que meta gol, el que gana es mi equipo.

sábado, 6 de marzo de 2010

8 kilos de cancha

8 kilos de cancha, ¿Quién compra 8 kilos de cancha y hace que sus hijos se lo coman? Mi madre. Hace más de dos meses que adquirió tal carga de maíz, y desde ese fatídico día, yo y mi hermano comemos cancha en el desayuno, almuerzo y cena.
Pero, tomándolo por el lado amable y positivo, he podido probar cancha con pan con huevo, cancha con sopa de pollo, cancha con olluquito, cancha con gelatina, cancha con jugo... y demás platos acompañados por el puñadito de cancha salada.

Mi hermano y yo somos la prueba viviente de que el pan puede ser fácilmente reemplazado por la cancha serrana, siempre y cuando tengan tantos kilos de cancha en su casa.

Me pregunto que fatal destino habríamos tenido si es que en vez de cancha, a mi madre se le hubiese ocurrido comprar kilos de ciruela, no habría habido poder humano que evitara que el estómago se nos suelte, o si por otro lado a mi linda madre se le hubiese ocurrido comprar kilos de kilos de harina, estoy bastante segura que habríamos terminado comiendo kekes de todo tipo y ahí si, ni con el remedio casero para estreñimientos de mi abuelita: agua de manzana + pizquita de jabón.

¿Será que las madres tienen alguna macabra fascinación por hacer experimentos con el estómago de sus pobres hijos? No hay una respuesta absoluta para este asunto, sin embargo, sé de varios casos, en los que las mamis hacen de las suyas y muchas veces, se valen de artimañas y viles engaños.

Tomemos el ejemplo de mi amiga, quien después de un agotador día en la universidad regresó a su casa y entró a la cocina con muchas ganas de comer o tomar algo rico, y ¡Oh! ¡Sorpresa! Encontró lo que parecía un delicioso helado de vainilla en la refrigeradora. De lo más feliz, agarró una cuchara y se sirvió una generosa porción en un vaso, y se metió una cuchara entera a la boca.
-Mmmm, que raro. El helado pica - se dijo.

- Mamá ¿Por qué el helado de vainilla pica?- preguntó, inocentemente.

- Es de kión - fue la respuesta.

¿De kión? ¿De kión? Fue la frase que quedó resonando en la mente de mi amiga. El supuesto helado de "vainilla" había resultado ser de kión.


Algo parecido me pasó el lunes, cuándo mi madre estaba sirviendo mi almuerzo en el taper para llevármelo a la universidad (sí, cargo el taper con comida todo el trayecto del carro y además, lo tengo en la mochila hasta la hora del almuerzo), yo le pregunté ¿Qué es?

- Carne- respondió tranquilamente (creyéndose "viva" seguro)

Pero yo ya había notado que era hígado. No me malinterpreten por favor, sé que a muchas personas les encanta el hígado, frito o en otra manera. Pero dado que yo no soy muy fan de esta suculenta carne, no como hígado con mucha frecuencia y menos con cierto agrado.

¡Chic! ¡Chic! sonó el taper. Ya todo estaba perdido, no había nada que yo pudiera hacer. El hígado "saltado" estaba bien encerrado en mi taper, taper que yo tuve que introducir en mi mochila, llevar y comer, pensando "es carne".

O, la típica y malévola frase que tiene un significado que no sabemos interpretar detrás:

"Prueba, es pollo"

Pollo, claro, eso creemos. Todos ingenuos caemos en la trampa del "es pollo". No es pollo. Cuando les digan eso, no lo crean. Lo que les están ofreciendo es cualquier cosa menos carne de pollo.
A veces resulta ser suri, gusano blanco que es comida típica en la selva, huevos de tortuga o carne de mono.

En conclusión, no hay que fiarse las aparentemente inofensivas palabras de nuestras madres en lo que a comida (que se ve extraña) se refiere.

sábado, 6 de febrero de 2010

Machismo

Primero que todo, quiero pedir disculpas por haberme demorado tanto tiempo, demasiado tiempo en realidad, en publicar. Tuve que hacer miles de cosas que me impedían poder entrar al blog. Pero prometo no volverlo a hacer, voy a cumplir fielmente con publicar regularmente, o sino que me parta un rayo (en el caso de Lima, un terremoto será suficiente).


En este post voy a tocar el tema del machismo, por una razón algo tétrica. En uno de los días de esta semana cuando yo entraba apuradísima a la universidad, pues estaba 20 min tarde para una clase, al guardián de la puerta no se le ocurrió mejor idea que murmurar algo que contenía la palabra sexy y mirarme de manera asquerosamente lujuriosa. Pasos más adelante, yo estaba perpleja de que un guardián me hubiese faltado el respeto, pero como estaba tarde, simplemente lo ignoré y seguí caminando para entrar a mi aula.



En el primer receso que tuvimos me fui a quejar a la dirección. El director se mostró muy amable, me escuchó y dijo que presentaría un informe, pero me sorprendió que casi al final de la conversación dijera que si es que un hombre quiere enamorar a una mujer, debe saber cuando hacerlo. Yo trataba de aguantar las ganas de pararme y abofetearlo por decir eso, según mi manera de pensar, esa no se acercaba ni a la forma o si quiera al pensamiento de que un hombre diez años mayor que yo estuviese tratanto de "enamorarme", insultandome así, sin embargo, cachetear al director de la universidad no parecía muy buena idea después de todo, por más ganas que tuviese.


Pero el asunto no quedó ahí, de algún modo, el wachiman se enteró de que yo me había ido a quejar y a la hora de salida, que para mala suerte mía (porque sólo estas cosas me pasan a mí), iba sola. El wachiman me paró y preguntó en un tono y gesto de ofendido: ¿Que pasó señorita?

- ¿Que pasó de que? -


- Me dicen que se ha ido a quejar -



- Sí, usted me faltó el respeto -



- ¿De qué manera señorita? -


- Cuando estaba entrando en la mañana, usted murmuró algo de sexy y eso me incomodó -



- ¿Eso le incomodó? ¿De verdad? - dijo, en un todo bastante sarcástico y mirándome burlonamente.


- Sí me incomodó señor, usted está trabajando, como me puede decir algo así -



- Ah, lo siento señorita, no volverá a ocurrir -



- Por favor señor, gracias -



Hay algo que no entiendo y es: ¿Por qué algunos hombres piensan que tienen el "derecho" de decirte tontería y media y que encima se supone que te va a gustar? Hombrez que son diez, veinte o hasta treinta años mayores que una, tienen la equivocada idea que la manera de "enamorar" a una mujer (de cualquier edad) es diciéndole frases , que no van solas, sino que acompañadas de esa mirada lujuriosa que parece verte hasta el alma en sus podridas mentes.



Siguiendo con el relato, empecé a caminar, mientras dentro mío me preguntaba cómo él podía pensar que me gustó lo que dijo. Y encima de todo, se comportaba como si yo no quisese reconocer que me gustó. Solo tengo una palabra: indignante. Me sentí enojada por lo que hizo, porque me trató como un objeto de su deseo, nada más, como si fuera un bisteck por el que se le cae la baba. Me sentí vejada, no me había respetado como persona, ni como mujer. Pero luego pensé, que tonta eres Ana, te sientes mal sólo porque te dijeron algo, cuando hay muchas mujeres que son violadas, golpeadas e incluso asesinadas sólo por que un hombre se encaprichó con ellas hasta tal extremo.



Mi ira cambió de dirección, ahora enojada conmigo misma por no haber sido lo suficientemente valiente para decirle que no me faltara el respeto al instante después de que lo hizo. Las mujeres somos las únicas responsable de cómo somos tratadas por los hombres, si dejamos que nos maltraten una y otra vez, esta situación va a continuar por siempre. Debemos ser valientes mujeres, sea la edad que tengamos, basta ya de quedarnos calladas haciendonos las que no escuchamos nada, porque la verdad es que sí escuchamos lo que nos dicen, sólo que dejamos pasar por alto la situación, situación que se sigue produciendo y que en algunos casos termina en la niña de tres años que fue violada, o la chica que fue empujada del bus por los barristas de la U o muchas mujeres que son asesinada por celos sin sentido.

Es totalmente indignante que en nuestro país, 3 mujeres sufran algun tipo de maltrato por hora !Por hora! No es ni por día o semana, es por hora. Esto quiere decir que al día se violan los derechos de 72 mujeres sin que nadie pueda impedirlo.

Solo nosotras podemos cambiar esta situación. Seamos valientes.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuéntame más Perú

El 21 de noviembre se realizó un evento llamado "Cuéntame más Perú" en el auditorio del centro cultural del Británico, al cual fui con mucha expectativa pues adoro los cuentos.

Todos fueron muy creativos y bonitos, cada uno a su manera me hizo viajar desde la calurosa selva hasta ciudades abandonas a su suerte en algún lejano lugar del mundo. Pude ver a un murciélago feliz durmiendo patas arriba, cuya sonrisa para nosotros estaba al revés, jovénes guerreros enamorados de koalas, papagayos cantando reggaetón, princesas afligidas y misteriosas diosas.

Eran alrededor de las nueve de la noche cuando terminó la cuarta presentación, que fue la de César Villegas "El Wayqui" y Rafo Raez. De pronto, me fije que el narrador de cuentos, "Yana" estaba caminando cerca mío, mi corazón se aceleró pues fue el mejor cuentacuentos (a mi parecer) que había visto ese día y no me puse a dar saltitos de emoción porque había más gente alrededor y dos vigilantes que me miraban con cara de pocos amigos.

Él empezó a alejarse adentrándose en la infraestructura del Británico, mientras yo me quedaba viendo como se me iba la oportunidad de conocerlo. "Ánimo, tu puedes. Sé valiente",me dije, y me dispuse a caminar detrás de él, cual misma fanática desesperada por un autógrafo. Para no asustarlo, esperé unos segundos, en los cuales él se acomodó en una silla, supongo yo que tenía algo importante que hacer.

Ignorando lo que me decía la prudencia y venciendo mi inmesa timidez me le acerqué y lo saludé con un apresurado "hola", el que me respondió con una mirada de "¿La conozco? Porque si es así, no me acuerdo". Seguro que pensó que lo estaba siguiendo y a lo mejor lo quería secuestrar, lo que no estaba muy lejos de la realidad después de todo (aclaremos, me refiero a la parte del seguimiento).

De pocos en pocos logré que dejara de ver a una potencial criminal hablándole y pude conversar un buen rato con él. Me impresionó mucho su confianza en sí mismo y que me dijera que él era tan tímido como yo (lo que hasta ahora todavía no me lo creo).

Le confesé que me gustaba escribir... y así fue como la idea de este blog tomó forma, pues él me contagió sus ganas y me hizo ver de otra manera la vida. Nada se sacrificarse trabajando como burro para al final terminar viviendo de una pensión mal pagada ¿Dudas y temores? Nada de eso, que queden atrás si alguna vez realmente los hubo.

Ese día aprendí que uno no puede cambiar lo demás, los accidentes, la reacción de las demás personas, o lo que suceda en tu entorno... Como veas TÚ la vida y que actitud tomes es mucho más importante y al final es lo que cuenta, ya que de nada vale vivir si es que no hay una razón para hacerlo, algo que te motive y te ayude a despertarte por las mañanas, algo que te complemente y te haga feliz.

Y no me refiero a una pareja, aunque para algunas personas, esa sea la más poderosa de las razones. Bien por ellos, si les hace felices.

Una media hora depués se acercó una amable señorita solicitando la presencia del narrador para la premiación de ese evento. Si no me llevaron en peso hacia la salida fue porque le llegaba a las axilas a "Yana" y aparentemente no tenía intenciones de perseguirlo.

Ese sábado fue uno de los mejores que he tenido y el efecto de la alegría que me invadió, me duró durante todo el viaje de regreso y hasta en mis sueños.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Primer post

Hola:

Les doy la bienvenida al blog de noches con Killa. Para todos los que tengan la duda, Killa no es el nombre de una mujer, sino simplemente es la palabra quechua para referirse a la luna.

El nombre se me ocurrió haciendo uso de mi memoria para recordar las noches en que podía ver a mi regalada gana a la luna llena que se alzaba sobre la sierra(Huaraz, para ser más exacta), ya que acá en Lima lo único que se ven son las nubes o los gases producidos por la contaminación. La visión de la luna en plena noche hace volar mi imaginación con historias de todo colorido y es por eso que se me hace más fácil escribir, siento como si ella me guiara(aunque suene un poco extraño o loco)

En este blog podrán encontrar post de todos los temas, pero más de contexto universitario puesto que yo misma estoy en la universidad, sin embargo, esta abierto para todo el que desee leerlo.

Sinceramente espero que lo que escriba les agrade. Me comprometo a esforzarme para que los post sean interesantes, creativos, novedosos, inéditos(obviamente) y para que los ayuden de alguna manera.

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